Ciudad Picasso

La exposición «Ciudad Picasso» – un ensayo visual sobre la ciudad, utilizando la fórmula de Boris Groys, en la época de su reproductibilidad turística – forma parte del proyecto en curso «Surviving Picasso» («Sobrevivir a Picasso»), que toma como objeto de estudio el fenómeno desencadenado en la ciudad de Málaga a partir de la inauguración en octubre de 2003 del museo dedicado al pintor. Este evento, si bien no inaugura el proceso, sí representa el punto culminante de lo que podríamos llamar la picassización de la ciudad de Málaga – y su envés, la no menos forzada, malagueñización de la figura de Picasso.

«Ciudad Picasso» busca configurarse como un ensayo crítico y a la vez como experimento creativo; una propuesta de reflexión que no deje de explotar las posibilidades expresivas de las prácticas artísticas; y una propuesta artística que desborde los límites de las diversas disciplinas de análisis de los procesos culturales. Por eso se construye como un montaje – o un collage, por citar una técnica cuya invención o reinvención moderna no pocos autores atribuyen a Picasso -, una combinación de elementos preexistentes que se presenta en dos planos simultáneos: como una instalación/exposición, por un lado y, por otro, en una publicación que incluye una recopilación de escritos que, a través de fragmentos de discursos teóricos, aventuran lecturas críticas desde el cruce entre estudios científicos y creación literaria. Los autores de los textos, además del propio López Cuenca son Helena Chaves MacGregor, Willy Kautz, Jorge Luis Marzo, Montse Romaní, Eduardo Ramírez, Alfredo Rubio Díaz, Mariano de Santa Ana y Elo Vega.

Como en el caso de otras ciudades víctimas del derrumbe del capitalismo industrial, Málaga intenta resistir a esta crisis apostando por su transformación en objetivo del turismo cultural. Esta operación se desarrolla en torno a la figura central de Pablo Picasso – nacido en esta ciudad en 1881 y donde vivió los primeros diez años de su vida – mediante la señalización de espacios físicos marcados por referencias a la infancia del pintor. Si bien el inicio de este proceso de rotulación se remonta a 1961, año en que se colocó una placa conmemorativa en la fachada de la casa natal del artista, será a partir de la apertura del Museo Picasso en la ciudad, en 2003, cuando de comienzo lo que podríamos llamar la «picassización» de Málaga, fenómeno que comprende tanto los proyectos institucionales como las iniciativas de la empresa privada, y que conducirá al rediseño del antiguo centro de la ciudad a modo de parque temático en torno a la figura del pintor.

La marca Picasso ha demostrado con creces su capacidad para vincularse a cualquier tipo de producto – desde perfumes hasta automóviles-. La centralidad que las industrias culturales gozan en el contexto de la economía postfordista ha convertido el «cobranding» Málaga-Picasso en un caso de estudio ideal a la hora de analizar el modo ejemplar en que ejecutan los procesos de transformación monumentalizadora y espectacularizadora que la lógica del mercado turístico mundial exige de las ciudades en liza en el mercado global de las imágenes. Málaga no es la única marca que se reclama radicalmente ligada a la figura de Picasso – como ciudad picassiana comparte este título no sólo con Barcelona y París sino también con, por ejemplo, A Coruña u Horta de Sant Joan. El nombre del pintor se asocia con frecuencia a todo tipo de empresas, a cuyos productos y servicios aporta un capital simbólico y plusvalía indiscutibles.

Como señala Dean MacCannell, en «El Turista»: «una nueva teoría de la clase ociosa, en las sociedad contemporánea, en los países desarrollados, los valores sociales básicos se alejan progresivamente del ámbito del trabajo para encontrarse en el reino del ocio, y su expansión ideológica está indisolublemente ligada a la experiencia turística, que deja de ser, a lo largo del siglo XX, la marca de prestigio de una clase social privilegiada para convertirse en una experiencia universal, mediante la generalización de la convicción de que la vida, la gran vida, la verdadera vida no puede sino encontrarse alejada de la vida cotidiana. Cuanto más se hunde el individuo en la vida cotidiana más se le recuerda que la libertad y la autenticidad está en otro lugar, estimulándolo a la búsqueda de lo genuino, de lo verdadero, de la experiencia real Que debe de existir en algún lugar – en «otro» lugar siempre, n’importe où hors du monde, adonde debemos ir a buscar la gran oportunidad de una experiencia real. La hiperrealidad turística se convierte en el paradigma de la experiencia y el consumo en la forma exclusiva de relación social.»

Texto de Jose Luís Marzo en la publicación «Ciudad Picasso».
«Ciudad Picasso». Rogelio López Cuenca. Galería Juana de Aizpuru, Madrid.
Del 5 de noviembre al 10 de diciembre de 2011.

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